La semana pasada el conteo
de http://distrowatch.com/, que
hace un seguimiento de las distribuciones más vigentes en el
complejo universo Linux, dio como claro ganador en los sondeos a la
derivación de Ubuntu: Linux Mint.
Esto es una gran proeza,
puesto que desde el primer lanzamiento la distribución de
Canonical, jamás había
abandonado dicho peldaño.
Linux
Mint, es una distro que se creó con el fin de “mejorar Ubuntu”,
además de una más rápida post-configuración, debido a que tiene
todos los agregados privativos que la distro madre deja fuera
(restricted-extras, drivers Nvidia y AMD etc). Sin embargo lo que ha
hecho que esta distribución llegue al primer puesto en popularidad
ha sido su actitud conservadora: Linux Mint ha mantenido contra las
fuerzas de la novedad la versión de Gnome2 como predeterminada para
su distro.
Los
desarrolladores al no poder mantener Gnome2 para siempre, han
implementado “su propia shell” sobre Gnome3, dándole la
apariencia y funcionalidad de la versión anterior, pero con todo el
soporte y mejoras gráficas de las aplicaciones por defecto escritas
en GTK3.
En
lo personal, nunca he probado dicha distro, por considerar los
conceptos en los que se fundamenta retrógrados. Y he preferido
mantenerme en el uso de Ubuntu-Unity o otro escritorio completo de
los que están en el repositorio, ya que conceptualmente, me gustan
las apuestas al futuro, por lo que apuesto a Ubuntu y por lo que
estoy seguro que los nuevos usuarios optarán
por Unity o Gnome3, que son bonitos, modernos y funcionales (aunque
con sus limitaciones y estrecha línea de aprendizaje) al vetusto,
antes útil y ahora desfasado Gnome2, por mucho arreglo que le hayan
dado.
Con la filosofía que lleva Linux Mint, pronto volverá al lugar donde debe estar.
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